viernes, 25 de mayo de 2012



19 de mayo, 2012
A la peña Tecuicanime



Las voces que se escaparon con los años,
como golondrinas feroces abandonando la ruta prevista,
han vuelto a posarse ahora
en el lugar febril
donde los anhelos
se visten de carne y música.

Estas paredes resguardan el olor a revoluciones,
perpetuando, entre la cal y los ladrillos,
el ir y venir
del ardor de las luchas urgentes.

Aquí,
donde la sangre vuelve a ser más roja que nunca,
donde las generaciones se encuentran
reconociéndose en las ausencias
y los amores caídos.

Mis ojos,
que aún no emergían,
ya habían hallado en los de mi padre
la claridad de los ojos del Che,
la voz de Mercedes
y el charango sangrante de los amores de Violeta.
El coraje de Víctor,
las zambas de Alfredo
y los versos incansables de Silvio.

Aquí,
donde el cantor nunca se calla
y se defienden las banderas,
donde se bebe la poesía
y la amistad es el inicio.

Peña, madre de tantos hijos,
gestora fiel de rebeldía
en donde la mejor arma es una quena o una guitarra  
cuyo deber es herir la indiferencia,
siendo testigo de cómo también,
entre bombos y jaranas,
las vidas se enamoran.

El porvenir nos grita de nuevo:
no dejemos caer al que sufre,
en las nostalgias e interminables evocaciones
se encuentran, como aquí,
razones abiertas y latentes
para sostener,
urgentemente
el rumbo de las patrias.



Ketrín Nacif Goddard